jueves, 19 de agosto de 2010

Los Trompos en el Fútbol

Era una tarde de buen clima aquel otoño de 2002 cuando la Selección de mi universidad jugaba contra la selección de una universidad de Acapulco en la Ciudad de México. Tijuana ganaba por la mínima a cinco minutos del final y jugando con 9 hombres, cuando de pronto, los porteños anotaron el descuento. Nuestro capitán, Migue, un tipo intachable y completamente recto, fue a recoger el balón del fondo de la red, poniéndole colmillo, para terminar con el reloj e ir a los penales. Los acapulqueños, a sabiendas que tenían dos hombres más y cinco minutos para finiquitar el partido, desesperados le arrebataron el balón a Migue y lo tiraron al césped. En una reacción violenta, producto de la calentura del partido, uno de mis compañeros, Jorge, lateral derecho del equipo corrió a empujar al acapulqueño que había derribado a nuestro capitán. Yo, que ocupaba la lateral izquierda me uní a los empujones, que en cuestión de segundos se convirtieron en golpes, patadas, en fin, en una pelea de cantina en la que las bancas se vaciaron e incluso las porras de ambas universidades participaron. El partido se suspendió y el marcador final fue lo de menos.


El fútbol es el deporte más pasional del mundo, la pasión se desborda en las tribunas, frente al televisor, y claro, en la propia cancha, cuando sus protagonistas, esos artistas que bien nos hacen gozar de verdaderas obras de arte o nos entregan la peor de las tragicomedias, cuando esa pasión se desborda más allá del límite, puede llegar a darse la gresca, la bronca, la madriza o para que me entiendan mejor los más coloquiales, la lluvia de putazos (no se por qué me imaginé a miles de Zalapovas cayendo del cielo).


Ayer, durante la final de la copa Libertadores, cuando Chivas había sido claramente superado por Inter, los ánimos se desbordaron, aparentemente un aficionado, un jugador o no se qué, detonó la bomba de unas Chivas impotentes que reaccionaron ante una supuesta provocación a los golpes. No estoy de acuerdo con los golpes, con la violencia, ni en la grada, ni en la cancha, ni en la sociedad, ni en ningún ámbito de nuestras vidas, pero no por defender a ningún equipo, es natural que después de una lucha deportiva en la que muchas veces se busca por todos los medios sacar ventajas, las cosas exploten y terminen a los golpes. Es la naturaleza del fútbol, es ese suceso que en ocasiones pasa y nos hace ver una pelea callejera en el escenario más hermoso para ver arte: un campo de fútbol. Es algo reprobable, pero en cierta manera, entendible.


Peleas en la cancha hemos visto muchas, por ejemplo, aquella de Chivas Vs. América en unas semifinales de los ochenta, la protagonizada por Cuauhtémoc Blanco contra Sao Caetano, recuerdo otra en la que intervino el Palmeiras, New Castle Vs. Aston Villa, en fin, bastantes grescas que bien podrían compararse con aquella guerra de zombies del video Thriller de Michael Jackson o con la mejor pelea de Mike Tyson… En fin, las peleas son una consecuencia lógica de la impotencia, de la desesperación, de la derrota, del fútbol.

Para muestra, les dejo un video de la madre de todas las batallas:

Gracias por su atención y los invito a lavar con jabones biodegradables, así evitaremos la contaminación de rios y evitaremos que desaparezcan especies como el ajolote mexicano.


1 comentario:

Lucho dijo...

Estoy completamente de acuerdo, y es uno de esos posts, que bien pude haber firmado pensando que yo lo había escrito.